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Teorías para ocultar responsabilidades

 La teoría de los dos demonios fue desarrollada para ocultar la responsabilidad de quiénes fueron los promotores de la dictadura y el terrorismo estatal. Al principio se responsabilizaba a los insurgentes. El Dr. Julio María Sanguinetti incluyó al accionar del movimiento sindical.

Por Gastón Grisoni (*)

Histórica movilización en 1983 contra la dictadura

En un continente dominado por EEUU, lo ocurrido en Uruguay en el pasado reciente, en las décadas de los sesenta, setenta y mediados de los ochenta, no puede interpretarse al margen de las políticas globales de dicha nación para lo que siempre consideró su “patio trasero”. Los hechos y los documentos desclasificados son contundentes aunque no gusten. Basta tener presente que luego del triunfo de la revolución cubana en 1959, EEUU desarrolló una enorme campaña profiláctica para evitar nuevos procesos insurgentes triunfantes.

De  1960 a 1964 hubo 8 golpes de Estado militares en el continente: Argentina, Perú, El Salvador, Guatemala, Ecuador, República Dominicana, Honduras y Brasil. Es público y notorio que en 1964 en nuestro país hubo intentonas golpistas fracasadas con el general Oscar Aguerrondo como principal promotor.

Pacheco Areco convocó a las Fuerzas Armadas

En primer lugar, las Fuerzas Armadas fueron convocadas a la escena política en junio de 1968 para apoyar las Medidas Prontas de Seguridad y reprimir, militarizando, a los gremios en conflicto. Jorge Pacheco Areco, reemplazante del general Oscar Gestido fallecido en diciembre de 1967, implantó las Medidas Prontas de Seguridad para aplicar un conjunto de iniciativas económicas propiciadas por el Fondo Monetario Internacional, FMI, que incluyeron la congelación salarial para los trabajadores. Fueron generadoras de una gran repulsa a nivel popular y de una intensa movilización en su rechazo.

El decreto que las implanta no hace mención a los estudiantes y, mucho menos, a la organización que promovía acciones armadas. La misma habría de crecer exponencialmente ante la política regresiva y represiva. Cuando se implantan las MPS el centro de la preocupación gubernamental eran los gremios en general y muy especialmente la central sindical que se había forjado.

En segundo lugar, las Fuerzas Armadas comenzaron a cogobernar formalmente meses después de haber declarado públicamente la destrucción de las organizaciones para las cuales fueron convocadas a reprimir, por decreto, en setiembre de 1971, luego de la fuga del Penal de Punta Carretas.

Cuando se disuelve el Parlamento en junio de 1973, el Penal de Libertad y el Penal de Punta de Rieles estaban  funcionando a pleno y sin plazas  libres disponibles.

Un error conceptual

Equiparar la conducta de los particulares con la de los funcionarios del Estado es un error conceptual. Los gobernantes, los funcionarios, deben cumplir sus funciones, deben gobernar y  hacerlo respetando las normas de DDHH, sin excusas, sin explicaciones, sin justificaciones y sin obediencia debida.

Las normas de DDHH están diseñadas para contener y moderar las conductas de los gobernantes, para civilizar y humanizar la vida social. Como normas surgieron precisamente a nivel internacional luego de las trágicas situaciones que se vivieron durante el nazismo, el fascismo, la segunda guerra mundial y el holocausto del pueblo judío. Solo los funcionarios del Estado violan las normas de DDHH.

Una tragedia nacional

Las cifras son elocuentes y esclarecedoras. La dictadura tuvo consecuencias catástróficas.  Sin negar la enorme conmoción que se vivió en todos los planos de la sociedad, hubo un solo demonio que golpeó al Uruguay: el terrorismo de Estado. Fue militar pero también fue civil, contó con el respaldo de los principales grupos económicos de la época y de los principales medios de comunicación.

La política represiva que se aplicó desde el 13 de junio de 1968 fue necesaria, precisamente, para apuntalar el proyecto económico, social y político de dichos sectores. Permitió que los trabajadores y los sectores populares perdieran el 50% de su poder adquisitivo y se llevara a cabo una redistribución regresiva de los ingresos nacionales. Más de 5.000 millones de dólares fueron orientados a dichos sectores. Al retornar a la institucionalidad democrática el 40% de los hogares estaban por debajo de la línea de pobreza.

Las Fuerzas Armadas fueron derrotadas

El proyecto constitucional de las Fuerzas Armadas no tenía vocación democrática.  Se promovió para legitimarse y mantenerse en el gobierno. Fue derrotado en el plebiscito de 1980 de una manera contundente. De ahí en más, la amplia movilización desplegada por el pueblo uruguayo condujo a la reconquista luego de más de una década de institucionalidad vacía de contenido y represiva.

En este país hay democracia y libertad porque miles y miles de uruguayos supieron estar donde había que estar, arriesgando sus vidas y libertades, enfrentando al gobierno de Jorge Pacheco Areco, al de Bordaberry y luego al terrorismo de Estado, en todo el país y fuera de fronteras, generando una enorme oleada de solidaridad internacional que maniató a los gobernantes. El pueblo uruguayo  pagó un duro precio en detenidos desaparecidos, asesinados, presos, clandestinos y exiliados.

Para afirmar la libertad y la democracia, las graves violaciones a los derechos humanos que se cometieron en este país no pueden quedar impunes. Fueron masivas, sistemáticas y generalizadas contra una población civil, tipificables como Crímenes de Lesa Humanidad. Fueron cometidas por funcionarios del Estado que debían impedir que ocurrieran. Tienen que ser esclarecidas y sancionadas por el poder del Estado que tiene las prerrogativas constitucionales para hacerlo. Como hasta ahora, los presuntos involucrados deben seguir contando con todas las garantías constitucionales.

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(*) Gastón Grisoni es Presidente de Crysol pero sus opiniones no reflejan ni comprometen, necesariamente, al colectivo como tal.

(**) Publicada en El Popular Nº 606 - 7 10 2022