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La insanía represiva

 Aunque tarde, la justicia se expidió: ¡un inmenso logro!

Por Gastón Grisoni (*) 

El pasado lunes la Justicia procesó a tres militares por la detención y tortura de 39 jóvenes y  adolescentes de ambos sexos en Treinta y Tres, en abril de 1975. La jueza letrada de primer turno de dicho departamento, María Eugenia Mier imputó abuso de autoridad contra detenidos, privación de libertad y lesiones graves. Dispuso el procesamiento con prisión de los militares Juan Luis Álvez, Héctor Rombys y Mohacir Leite.


Pruebas contundentes: documentos militares

Mier imputó a los tres militares en calidad de coautores. Fundamentó el procesamiento con prisión en la gravedad de los hechos y basándose en la normativa que los señala como delitos de lesa humanidad.

La jueza pidió que se realizaran pericias para evaluar si los procesados están en condiciones de salud para cumplir la prisión preventiva en un establecimiento carcelario. También convocó a audiencia a cuatro testigos pedidos por los procesados y dispuso que se ubique a tres médicos que ejercían funciones en el batallón de Infantería 10 en 1975. Fueron denunciados por su participación activa en el proceso de torturas y malos tratos que todos los detenidos sufrieron.

El operativo represivo

En abril del año 1975, meses antes de que se desencadenara la Operación Morgan, la Región Militar Nº 4 del Ejército comandada por el general Gregorio Alvarez, llevó a cabo una inusitada operación represiva contra la Juventud Comunista en la ciudad de Treinta y Tres. 39 jóvenes y adolescentes de ambos sexos, fueron secuestrados, incomunicados y sometidos a torturas de todo tipo durante semanas en el Batallón de Infantería Nº 10 en función de sus actividades opositoras.

Los tuvieron encapuchados y de plantón, las manos atadas con alambre, los privaron de agua y comida, les aplicaron picana, submarino, los quemaron con cigarrillos, los colgaron, los golpearon y obligaron a montar sobre una barra de hierro. A José Nacimiento le quebraron el pie con el taco de la bota y a otra detenida le fracturaron un brazo. Como uno de los presos pidió que lo atendiera un dentista, al día siguiente, en castigo, a muchos les extrajeron una pieza dental cualquiera, sin anestesia.

La gran mayoría de los detenidos eran estudiantes del Liceo Nº 1 de Treinta y Tres, el operativo represivo conmocionó a la capital departamental y a todo el país. En algunos casos se detuvieron a varios miembros de una misma familia. Los detenidos mayores  fueron derivados a la justicia militar y condenados por ella, cumpliendo largas condenas en el Penal de Libertad y Punta de Rieles.

En el caso de las y de los menores fueron recluidos en el Alvarez Cortés los varones y las adolescentes en el Hogar Yaguarón en Montevideo durante varios meses. Al recobrar la libertad se les prohibió continuar con sus estudios.

Torturados delante del Goyo Alvarez

En la noche del 18 de abril, previo a la celebración de la fecha patria, llegó al Batallón el Jefe de la Región Militar Nº 4 el general Gregorio Alvarez. Esa noche todos los detenidos fueron sometidos a una sesión  colectiva  de tortura dirigida por el capitán Pedro Buzó y que fue presenciada por quien llegara a ser posteriormente Presidente en la última etapa de la dictadura.

Según la denuncia penal presentada en el año 2011, esa noche, según narra Liliana Pertuy, una de las víctimas denunciante, el capitán Pedro Buzó le partió la boca a Ruben Olivera en una sesión en la que estaba presente Álvarez: “Esa noche, en medio de la locura esa, en la penumbra, mientras el tipo que había venido a torturar me pegaba como un loco, ahí estaba el señor, el Goyo, observando todo. No hablaba. Y después lo corroboramos con la tropa”. (1)

Una Comunicado Público repugnante

El 30 de abril un comunicado del Comando General del Ejército informó que se había desarticulado una célula subversiva que entrenaba a menores de edad para cumplir las “tareas que el marxismo internacional determina a nivel nacional”. Campamentos, fiestas y guitarreadas formaban parte de las actividades que, según el comunicado, la organización promovía con el fin de reclutar adeptos, adoctrinarlos y lograr su “desarraigo” de la vida familiar y de las “normas morales propias del estilo de vida uruguayo”.

Un ensayo de ese desarraigo planificado había tenido lugar en el balneario La Esmeralda donde se habían reunido muchachos y muchachas “en completa promiscuidad”, intercambiando parejas y rivalizando en competencias de resistencia sexual: “En tal ambiente donde se han rebasado largamente las barreras no solo de lo moral sino también de la más elemental higiene sexual, no resulta extraño que cinco jovencitas cuyas edades oscilan entre 14 y 17 años contrajeran enfermedades venéreas”, sentencia el comunicado. (1)

Héroes y heroínas de carne y hueso

El proceso judicial pudo llevarse a cabo gracias a que un grupo importante de víctimas, ex presas y ex presos políticos, con el apoyo del Observatorio Luz Ibarburu (OLI), asumieron el compromiso militante de presentar en el año 2011 la denuncia penal que acaba de avanzar sustancialmente con estos primeros procesamientos. Wellington Sarli mencionado como uno de los principales torturadores en la denuncia penal se encuentra en Chile.

Cuando la justicia actúa, procesa y condena, se afirma el Estado de Derecho y se mejora la calidad democrática. Para robustecer la democracia, todas las graves violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante el terrorismo de Estado deben ser esclarecidas y debidamente castigadas.

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(1) Denunciados e impunes. Observatorioluzibarburu.org.

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(*) Gastón Grisoni es Presidente de Crysol pero sus opiniones no reflejan ni comprometen, necesariamente, al colectivo como tal.

(**) Publicado en El Popular Nº 610 - 21 10 2022