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Terroristas de Estado

 Desde la aprobación  en octubre de 2011 de la ley 18 831 que restableció plenamente la pretensión punitiva del Estado, alrededor de 70 represores han sido procesados y condenados. Se les imputaron delitos relacionados a las graves violaciones a los Derechos Humanos cometidas  en el período comprendido entre el 13 de junio de 1968 y el 28 de febrero de 1985. 

Por Gastón Grisoni (*)

Coronel retirado Eduardo Ferro: reclama cinco millones de pesos al MDN por haber estado prófugo de la justicia. Procesado por la desaparición de Oscar Tassino.

Fueron procesados en el marco de una estricta legalidad. Contaron con todas las garantías del debido proceso. Las mismas que garantías que, en su momento, ellos negaron a sus víctimas.

Los maquillan para la televisión

Para abogar por ellos, los presentan en los medios de comunicación, en los programas informativos o de entretenimiento, como prisioneros políticos. Se autodenominan  familiares de presos políticos. Omiten señalar que en todos los casos fueron procesados por un poder del Estado autónomo e independiente: el Poder Judicial.

En la mayoría de los casos son exmilitares que durante el proceso civil militar ocuparon puestos de significación en los diferentes aparatos represivos y estuvieron directamente involucrados en los crímenes por los cuales fueron procesados.

Desde diciembre de 1986 hasta octubre de 2011, en la mayoría de los casos,  gozaron de la más amplia impunidad. Al amparo de la Ley 15 848, ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, continuaron con sus carreras profesionales y se jubilaron computando como años de servicio los que dedicaron a actividades delictivas y criminales.

Una veintena de ellos cumplen condena en la cárcel de Domingo Arena, en Montevideo,  con condiciones carcelarias envidiables. Cuentan con un coronel  en actividad que concurre diariamente  a dicho establecimiento a tomar nota de sus preocupaciones, necesidades y deseos, según versiones de prensa nunca desmentidas.

Algunos pocos se encuentran recluidos en la Guardia Republicana. Una veintena de ellos se encuentran con prisión domiciliaria. A diferencia de lo ocurrido en Argentina donde más de un millar de represores fueron condenados, en Uruguay, hasta el momento, solo alrededor de 70 de ellos han sido procesados por la justicia.

Crímenes de Lesa Humanidad

Desde el Tribunal de Nuremberg al cual adhirió Uruguay, a fines de la década de los años cuarenta, las graves violaciones a los derechos humanos cuando son cometidas de una manera masiva, sistemática y generalizada contra una población civil, son crímenes de Lesa Humanidad. Incluyen las desapariciones forzadas, los asesinatos, los secuestros, las privaciones de libertad, las torturas, los malos tratos, los abusos sexuales, las violaciones, el secuestro de niños y la apropiación de ellos.

Son delitos cometidos por funcionarios del Estado. Por funcionarios que tenían el uso legítimo de la fuerza, que debían impedir que dichas situaciones ocurrieran. Por lo mismo, no caducan con el simple transcurso del tiempo, es decir, son imprescriptibles. Además, por su gravedad, por su trascendencia, por ofender la conciencia del conjunto de la sociedad son de carácter inamnistiable. Los procesados por dichos delitos no pueden ser indultados ni ampararse a regímenes especiales que impidan o alivianen las penas impuestas por los órganos competentes de justicia.

Un solo corazón

Con el respaldo, no encubierto, de los centros militares que son subvencionados hasta el momento por el Estado, es decir por la ciudadanía, como ha quedado demostrado estos días, y de los grupos de poder, prensa y medios incluidos, han surgido organizaciones que, además de atacar en forma permanente a la justicia, a los operadores judiciales, al Fiscal Especializado en Crímenes de Lesa Humanidad Dr. Ricardo Perciballe, despliegan una intensa actividad publicitaria y mediática  promoviendo una ley de amnistía o mejoras sustanciales para ellos. Tienen diferentes denominaciones pero todas apuntan a lo mismo: defender a ultranza a los terroristas estatales.

Justicia para afirmar el Estado de derecho

En aras de afirmar la justicia y la democracia para asegurar la paz y la convivencia social,   los crímenes más graves de la historia del país no pueden quedar sin castigo. Fueron cometidos por funcionarios del Estado, civiles, militares y policiales, que debían impedir que ellos ocurrieran. Deben ser investigados, esclarecidos y castigados por el poder del Estado que tiene las prerrogativas constitucionales para hacerlo.

Se le deben brindar las máximas garantías a todos los involucrados como ha venido ocurriendo hasta el presente. Incluso cuando la justicia comete errores, ha quedado demostrado, que instancias posteriores han rectificado lo ocurrido.

Desde la aprobación de la ley 18 831 que en octubre de 2011 restableció plenamente la pretensión punitiva del Estado, no existen obstáculos legales que impidan la actuación del Poder Judicial. Debe continuar haciéndolo.

La amplia movilización desplegada desde hace décadas por los sectores populares ha permitido lograr los avances obtenidos, no pocos, pero sí insuficientes para afirmar las bases de la democracia. Habrá que continuar desplegándola. El destino de los 197 detenidos desaparecidos es la brújula que nos orienta e impulsa.

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(*) Gastón Grisoni es Presidente de Crysol pero sus opiniones no reflejan ni comprometen, necesariamente, al colectivo como tal.

(**) Publicado en El Popular Nº 606 - 23 09 2022