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¿Son o se hacen?

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Una pequeña nota editorial publicada, el pasado martes 21, en el vocero oficioso de la dictadura, pone de manifiesto, una vez más, que los temas de la justicia, en su sentido más amplio, no son su fuerte.

Titulada “Raro pedido de la OEA” se refiere a la próxima reunión de la Corte Interamericana de DDHH por el caso de Macarena Gelman. Luego de señalar que seguramente la misma va a recomendar a nuestro país continuar las indagaciones, se sorprende de que se haya convocado a participar en la misma al escritor Eduardo Galeano y al historiador Gerardo Caetano. Pretendiendo ser ingeniosa a la hora de desacreditar la instancia que se avecina, finaliza recomendando que si alguno de ellos tiene algún elemento novedoso que aportar, antes que hacerlo en Washington, debiera hacerlo ante la justicia uruguaya.

La alusión a Washington vaya y pase. Es público y notorio que la reunión se llevará a cabo en Ecuador.

Que la Corte vaya a recomendar a Uruguay continuar las indagaciones en torno al caso, ya es más grave. Implica un desconocimiento, nada menor, antes de editorializar. La corte no recomienda. La corte, al igual que la mayoría de tales órganos, emitirá una sentencia condenatoria, inapelable y obligatoria para el Estado uruguayo que habrá que cumplir, sumado al descrédito internacional que supondrá para nuestro país.

Las recomendaciones sobre esta temática ya fueron realizadas por la Comisión Interamericana de DDHH hace mucho tiempo. Fueron formuladas mediante la Resolución 29/92, cuando gobernaba el Dr. Luis Alberto Lacalle, quién las ignoró olímpicamente. Lo mismo hicieron los sucesivos gobiernos del Partido Colorado. Posteriormente, la recomendación fue reiterada, específicamente, para el caso que está a estudio. También fue desconocida por el anterior gobierno aunque éste llevó a cabo una interpretación del artículo 4º de la Ley 15 848 que permitió que algunos de los represores más enjundiosos hayan sido procesados.

Lo que no tiene desperdicio es su recomendación de que si Eduardo Galeano o Gerardo Caetano tienen información novedosa la aporten a la justicia en nuestro país antes que hacerlo en el exterior. Aquí, precisamente, señores de El país, está la cuestión. Macarena Gelman y su abuelo, Juan Gelman, debieron recurrir a la Comisión Interamericana de DDHH porque en este país, desde el 22 de diciembre de 1986, les está vedado el acceso a la justicia. Su reclamo de justicia fue archivado a nivel judicial debido a la vigencia de la Ley de Caducidad.

La ley 15 848 violenta el legítimo derecho de todas las víctimas del terrorismo de Estado de acceder a la justicia. Impide que Macarena, y miles de uruguayos, puedan acceder a la justicia por las graves y gravísimas violaciones a los DDHH cometidas dentro y fuera de las fronteras nacionales por los agentes y funcionarios del Estado uruguayo en el proceso histórico iniciado el 13 de junio de 1968.

Justificada y defendida hasta el día de hoy por los sectores de derecha, la ley de Impunidad, fue una amnistía estética para perpetradores de delitos que la comunidad internacional y las normas legales vigentes consideran gravísimos, que ofenden a las víctimas directas y a la conciencia de toda la sociedad. Son crímenes cometidos al amparo del poder del Estado hacia sectores de la sociedad civil. Se los denomina delitos de Lesa Humanidad. Imprescriptibles e inamnistiables.

Cuando en los próximos días el Parlamento adopte, lamentablemente, por los motivos menos nobles y altruistas, la decisión de declarar inaplicable esta norma inmoral, todos los uruguayos volveremos a ser iguales ante la ley. Se afirmarán las normas internacionales de Derechos Humanos. Uruguay volverá a tener vigente la forma republicana de gobierno al recuperar el Poder Judicial, hasta ahora parcialmente sojuzgado, su plena independencia como poder del Estado.

Enhorabuena. Por las víctimas, por la justicia, por la democracia, por el país. Aunque se le parta el alma de dolor a El País que tanto ha defendido a los asesinos seriales. Se cerrará una etapa vergonzosa. Comenzará una nueva, gracias al tesón, al compromiso y a la labor desplegada, durante décadas, por los familiares directos de las víctimas con el respaldo de las organizaciones que los representan, que nunca han bajado los brazos, a pesar de los duros reveses sufridos en este largo camino recorrido.

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